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Un poco de historia para orientarnos

Siempre he considerado que el ateísmo serio debe evitar caer en dogmatismos, y en ese sentido los ateos no deberían salir a «convertir» gente cual testigos de jehová pero tampoco deberían consolidarse como una logia secreta a la que solo entran los «elegidos». Si esto es así, ¿Por qué nos empeñamos en criticar a la religión? La respuesta me parece bastante sencilla: Porque no nos empeñamos en atacar a la gente y sus sensibilidades sino en atacar argumentos y sus inconsistencias.

Ser ateo no debe consistir únicamente en decirle a los creyentes «eres un tonto por creer en mentiras». El ateo debería centrarse en señalar por qué esa creencia particular puede ser considerada como una mentira o puede carecer de fundamento. Creo que mucha gente tomaría más en serio la posición atea si este fuera el propósito principal, además de que nos quitaríamos de encima etiquetas negativas de prepotencia y presuntuosidad.

Aquellos que han superado la etapa del ateísmo adolescente en el que se rechaza la religión por mera rebeldía pasan a criticar la biblia y sus endebles argumentos. Pero no todos conocen la historia del cristianismo en sus inicios, y eso es lo que les quiero traer hoy. ¿Por qué un ateo debería leer textos de la cristiandad temprana? Pues porque si quieres atacar a tu enemigo primero debes conocerlo, y nada mejor que esgrimir un contraargumento teniendo bases suficientes para construirlo. Se daran cuenta además que muchos de los creyentes contra los que se pueden enfrentar en debate no tienen ni la más remota idea del origen de sus creencias.

En estos textos podemos encontrar argumentos para las más comunes creencias cristianas y para la «solución» de algunas de las más famosas dicotomías que se le presentan a esta religión tales como el libre albedrío, la existencia de la maldad siendo dios tan amoroso, la inmortalidad del alma, Jesús y todas las fantabulosas cosas alrededor de él, etc. La idea es analizarlos para darnos cuenta de sus inconsistencias y poder atacarlos con total conocimiento de causa. Entremos, pues, en materia:

Boecio – «La consolación de la filosofía» (De consolatione philosophiae): Este es un hermoso diálogo entre Boecio y una mujer que representa a la filosofía, diálogo en el cual ésta última consuela a un Boecio caído en desgracia, y le expone en 5 libros temas como por qué hay mal en el mundo, por qué la buenaventura del hombre está en dios y no en los bienes, o el papel del libre albedrío frente a la Providencia. A pesar de que Boecio no dio muestras de ser cristiano sus textos sí fueron usados por la cristiandad, recién nacida por aquel entonces, para argumentar sus creencias.

San Justino – «Apología I»: En tiempos donde proclamarse cristiano era echarse la soga al cuello (o tirarse al coliseo para ser comido por leones), Justino redactó un texto en el que defendía a los creyentes de las acusaciones que se les hacían por el mero hecho de ser cristianos, y obviamente los expone como los hippies romanos; es decir, seres hechos de paz y amor que solo quieren coexistir. Menos mal aprendieron la lección y como seres de paz y amor no hicieron barbaridades durante la inquisición….¡Momento!. En fin, subtítulos como «nuestro reino no es este mundo», «profesión de fe cristiana», «hombres nuevos por la fe en cristo», «la inmortalidad del alma», «la resurrección no es imposible», «la concepción virginal», «profecía y libre albedrío», entre otros, harán las delicias de cualquier ateo que se quiera regocijar destrozando argumentos para desmontar creencias.

Orígenes – «Contra Celso»: Este bien podría ser un texto contemporáneo de cualquier ferviente fanático católico. Lastimosamente no se conserva casi nada de su interlocutor, Celso (que bien merece un artículo propio por ser uno de los primeros anticristianos y por usar un lenguaje fuerte contra sus creencias),  a quien le responde una de sus obras anticristianas. En «Contra Celso» encontramos las respuestas a cuestionamientos que se le hacen a la cristiandad tales como su similitud con la obra platónica casi hasta el punto del plagio (Celso se burla diciendo cosas como «mejor han sido dichas estas cosas por los griegos, sin tanto aparato de que fueran anunciadas por un dios o hijo de dios»), o su similitud con otras sectas consideradas paganas. En subtítulos como «La revelación natural de dios», «La luz, tema bíblico», «Platón lt;lt;cristianizadogt;gt; por Orígenes», «La fe cristiana no es ajena a la razón», «Los cristianos no son un hatajo de incultos», «Las tinieblas, el escondrijo de dios», «Pocos entienden lo que enseña la iglesia», entre otros, tenemos material de sobra para desvirtuar otra gran cantidad de argumentos que se puedan esgrimir a favor del cristianismo.

San Agustín – «La ciudad de Dios»: ¿Creían que esa moda de tener una «revelación» y convertirse (te hablo a ti Don Jediondo) era algo actual? No señores! San Agustín es el paradigma y el modelo a seguir de estos personajes que dicen soñar con ancianos barbados o que aseguran que una tostada quemada con la cara de cristo los convirtió en mejores hombres. En este texto, una de sus obras cumbre, encontramos argumentos para sostener el por qué le pasan cosas malas a aquellos que se entregan al amor de dios, o por qué hay que resistir sufrimiento y dolor en lugar de suicidarse (recordemos que este texto está escrito en un periodo en el cual Roma era constantemente invadida por los bárbaros, los cuales violaban y asesinaban a diestra y siniestra) y por qué una mujer es doblemente pecadora si, además de ser violada y perder su virtud, se suicida para resarcir la afrenta contra su honor. También expone magistralmente los motivos por los cuales los santos comenten actos ilícitos (como suicidarse; algunos en su afán de ser mártires se ofrecían para tareas que obviamente los conducirían a la muerte, o se proclamaban cristianos a los cuatro vientos porque el castigo era morir) y aun así son santos. En pocas palabras, otro banquete para los cazadores de argumentos candidatos a perecer.

Estos son algunos de los textos a los que he podido acceder gracias a mi carrera. Espero que les hayan despertado las ganas de debate y de contra-argumentación. Si terminan entusiasmados con la cuestión les recomiendo que los busquen en físico y en buenas ediciones ya que no confío mucho en las ediciones de internet.

2 comentarios en “Un poco de historia para orientarnos

  1. Iván, celebro que te hayas estrenado en el blog. Felicitaciones.

    Por cierto, me gustaría comentar que nunca hubo una época en la que declararse cristiano fuera echarse una soga al cuello – salvo la Arabia Saudita del siglo XXI, o declararse cristiano no-católico (y más tarde tampoco no-protestante) durante varios siglos.

    Pero aquello de la persecusión romana a las cristianos simplemente carece de evidencias a su favor. Los cristianos cometían delitos (como atacar otras religiones y destruir sus templos, muy a lo Al-Qaeda) en nombre de su religión y eran juzgados por esos delitos, no por ser cristianos.

    Este mito les ha venido muy bien a la hora de hacerse las víctimas, carta que juegan con alarmante frecuencia.

    En todo caso, mis felicitaciones.

    -D

    PD: Platón ya es lo suficientemente cristiano como para requerir ‘cristianizarlo’. Al respecto te recomiendo ‘Sabidurías de la antigüedad’ de Michel Onfray.

  2. gracias por la bienvenida y por los comentarios David. La verdad no tengo mucho conocimiento sobre las posibles persecusiones de las que fueran víctimas los cristianos; las únicas fuentes de las que dispongo son leves recuerdos de las explicaciones del profesor y el mismo Justino, el cual se queja bastante en los primeros numerales de Apología I. Probablemente no son las fuentes más imparciales 🙂
    En cuanto a lo de un Platón cristiano si tengo mis dudas. Mi lectura sobre las teorias que normalmente lo vinculan con el cristianismo, como la inmortalidad del alma o el mundo de las ideas, es una lectura puramente epistemológica. Para que la reminiscencia funcionara necesitaba que todo esto corriera, y la reminiscencia es, a mi modo de ver, pura teoría del conocimiento. Esto es claro en el Menón, en el cual se expone esta teoría. EL mundo de las ideas nada tiene que ver con paraisos o vidas más alla de la muerte en un sentido puramente platónico; que después los cristianos lo hayan vinculado es otra historia. De hecho los griegos ya tenían su propio constructo para el más allá en el Hades, constructo que también se puede rastrear en el cielo/infierno de los cristianos, y ese si no se lo inventó Platón.
    Sin embargo tendría que revisar la lectura que me recomienda para saber como lo está interpretando Onfray.
    Saludos y de nuevo gracias.

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