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Particula de dios o pastor pues ni lo uno ni lo otro

Los teólogos son unos seres extraños, empezando por la extrañeza que produce la conjunción de las raíces ‘theos’ y ‘logos’ de donde sale su designación, pero eso es otro cuento. Ellos, al igual que el creyente común que les hace caso, ven la mano de dios en todo lado: una nube,un charco de agua, o incluso la ciencia. ¿Cómo, si no es apelando a dios, se puede explicar el avance científico?

Sin embargo, y he ahí lo extraño, ellos nos remiten a dios pero no nos explican por qué tenemos que remitirnos a él. Les basta con decir «he ahí la mano de dios» o «esto nos muestra que existe un dios», pero sus pruebas se reducen a un non sequitur o a un cum hoc ergo propter hoc.

Es este el caso de José Manuel Otaolaurrichi y su columna de opinión. Él quiere mostrarnos que los últimos resultados del CERN con respecto al Bosón de Higgs (que es como debe ser llamado) conducen inevitablemente a la existencia de dios. A pesar de la pobreza de la columna (de los cinco párrafos que la componen, los dos últimos no tienen nada que ver con lo que venia diciendo) podemos rastrear tres «argumentos» y un bonus que discutiré al final: Descubrir el Higgs era tan difícil como demostrar la existencia de dios, conocer el universo es conocer la creación de dios, y un descubrimiento como este no entra en contradicción con la existencia de dios.

El primer argumento (si es que se le puede llamar así) es uno de esos non sequitur de los que les hablaba. Es un mero intento, muy bajo por cierto, de querer unir a dios con la ciencia, tal vez para darle un carácter científico que le dé un poco de peso a sus elucubraciones. Equiparar la prueba de la existencia del Higgs con la prueba de la existencia de dios es hablar de peras y manzanas; y esto es así porque no se puede comparar el método científico con la retórica que se usa para tratar de sustentar la idea de dios. Baste para este punto tratar de comparar el reciente descubrimiento con los intentos de prueba de la existencia de dios de Descartes o Spinoza.

los otros dos argumentos están bastante ligados. José Manuel nos dice:

Lo importante es que seguimos conociendo nuestro Universo con mucho esfuerzo generacional y eso nos habla de la excelsitud de Dios. La creación es interesantísima y tiene a los genios bien entretenidos, descifrando sus leyes.

¿Cómo nos habla esto de la excelsitud de dios? El universo ciertamente es fascinante, y si resulta fascinante para alguien con un conocimiento científico tan precario como el mio no me quiero ni imaginar cuan fascinante resulta para un científico hecho y derecho. Pero de nuevo sigo sin ver una conexión causal entre este hecho y dios. Lo fascinante del universo está en el desentrañamiento de su funcionamiento y en darnos cuenta de que, de hecho, no se necesita un conserje todopoderoso que le haga mantenimiento y lo ponga en marcha. Así como le hemos dado sentido a los fenómenos naturales sin acudir al Olimpo, también se le puede dar sentido al universo sin acudir a dios.

En ese sentido, cualquier descubrimiento que nos ayude a entender un poco más el universo en el que vivimos sí va en contradicción con la idea de dios, al menos con la de un dios demiurgo. Si el señor José Manuel va a decir que estos descubrimientos solo aumentan la necesidad de un creador, no tengo más que remitirme a la famosa frase de Sagan y exigirle pruebas extraordinarias. Pero si sus pruebas van a ser del orden de una mera opinión personal no me hago responsable por el grado de seriedad con las que puedan ser tomadas.

El resto de la columna no reviste mayor interés argumentativo; solo se dedica a confirmar mis sospechas mencionadas anteriormente: este es un mero intento rastrero de querer vincular a la irracionalidad con la ciencia en aras de darle soporte a la primera por medio de la falacia y la retórica engañosa. De esto da cuenta el bonus que les mencioné:

El progreso de la ciencia me apasiona, la teología y la física son buenas amigas, más bien hermanas. Ambas llevan a la única Verdad. Qué ironía, pero en la medida en que avanzamos en la ciencia, se abren nuevos interrogantes y nuestra ignorancia crece de modo exponencial.

Señor José Manuel: eso no se llama ironía, se llama progreso; y el motivo por el que ciencia y teología no son amigas ni hermanas es porque mientras la primera ansía desentrañar esa ignorancia, la segunda se contenta con sumirse en la misma diciendo «dios lo hizo y punto». Es por ese motivo que cosas como la de este video no se verán nunca entre teólogos, pero son muy comunes entre científicos.